lunes, 2 de mayo de 2011

COBARDE

Estaba sentado en la cama. Pensaba  en cada día vivido, en cada tormentoso momento que hacía de su existencia  algo repugnante.

En una mano sostenía el teléfono móvil con su número reflejado en la pantalla, listo para marcar. En la otra, la cuchilla que podría acabar con todo aquel sufrimiento. Pensó un momento antes de acercarse aquella herramienta a la piel, no tenía valor, era un cobarde.
Desde la planta baja subían los gritos de sus padres, cada día lo mismo, cada día la paliza era un poco más fuerte. Él era un cobarde incapaz de acabar con aquello. Esa palabra, esa maldita palabra que resonaba constantemente en su cabeza, COBARDE.

Sin soltar ninguno de los dos objetos se dirigió al baño. Abrió el grifo de la bañera y espero hasta que esta estuvo casi llena. Se desnudo lentamente y se fue introduciendo poco a poco en el agua. Soltó el teléfono cerca de la bañera y se acerco la cuchilla a la muñeca, apretando cada vez mas hasta que la sangre empezó a brotar por su brazo, entonces le dio a la tecla de marcar. Ella cogió el móvil y empezó a hablar, le oía llorar y no paraba de preguntar que qué estaba pasando, de repente alguien soltó un grito desgarrado, como si el alma se le partiera en mil pedazos.

Todo había acabado para aquel cobarde.

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